Se acerca las europeas, conforme nos acercamos a las fechas, ya con ritmos marcados por la próxima cita electoral se presentan propuesas y se abren debates. La presentación de Podemos de la mano de Pablo Iglesias, y sobre todo su presentación pública, ha generado un debate en torno al proceso necesario para conseguir una opción electoral aglutinadora y herramienta de cambio y democratización, y una reflexión acerca de la convergencia de distintas propuesta, nombrando explicitamente a Izquierda Unida, Partido X, Anova o las CUP.
A pesar de que esta plataforma consigue una gran relevancia por el personaje que lo presenta, que por un lado es una persona con una larga trayectoria, y por otro su popularidad se ha disparado en los últimos meses, realiza una propuesta de proceso democrático que parece no solo sincera y generosa sino además abierta a converger con otras iniciativas.
Frente a esta apertura el debate gira en torno a si es posible esa generosidad por parte de las estructuras como Izquierda Unida, o de la identidad propia y metodologías que otras propuestas, como la del Partido X, ya habían puesto en marcha.
No es ni siquiera importante la generosidad de la propuesa de Podemos si solo son ellos los que no aportan el suficiente grado de generosidad para establecer una metodología participativa de elección de listas, y mandatos de transparencia y democracia mínimos a los electos.
En este punto me imagino el papel de un partido político en unas elecciones de candidatos por parte de la ciudananía. Este proceso se está convirtiendo ya de facto en un mínimo para cualquier proceso de convergencia que aspire tanto a un resultado algo más que testimonial, como a poner en marcha un proceso de democratización política en este pais.
Mirando ese escenario entiendo que la mayor resistencia de los partidos políticos no es solo perder el poder de elegir el candidato, sino encontrar cual es entonces y para que sirve un partido político si los ciudadanos pueden elegir y interactuar con ellos directamente.
Y no quiero con esto decir que los partidos políticos no sirven ya de nada, sino que tendrán que pensar para que sirven, porque han servido también en momentos como la dictadura, donde no podían presentar candidatos, para otros objetivos políticos. La cosa se complica si pensamos también como los movimiento sociales y la sociedad en red también han sustituido a los partidos políticos tanto en la generación de discursos y propuestas como en los procesos de movilización.