Llamemosle Fediverso

Eran principios de los ochenta, yo ya sabía que quería ser informático, por lo que un compañero del instituto, Tomás, con el que compartía aficiones me enseño lo que eran las BBS. Había montado el primer servidor BBS en Jerez, durante un horario restringido cualquiera desde un ordenador con un modem hacía una llamada telefónica (linea fíja, no había móviles) hacia el teléfono de la casa de mi amigo y se conectaba al servidor durante un tiempo limitado, ya que solo podía establecerse una conexión a la vez.

El ordenador del usuario mandaba los mensajes que ya tenía escrito y recibía los nuevos mensajes, ya fuesen privados o de muchos foros temáticos que había. Después, ya desconectado, leería los foros a los que estuviera subscrito y escribiría mensajes que se mandarían cuando volviera a conectarse.

El ordenador de mi amigo, creo que una vez al día, se conectaba a una BBS de Cádiz y recibía y mandaba los mensajes de los usuarios.

En aquel entonces era muy joven, y estaba más interesado por las cuestiones técnicas del sistema, que por todo lo que eso implicaba. Cuando después conocí internet no tardé en interesarme por como estas nuevas tecnologías iban a cambiar la forma en la que nos comunicamos, y por lo tanto como nos socializamos, como nos informamos o como nos organizamos y decidí dedicar mi vida a experimentar con estas nuevas posibilidades.

La internet que conocí obviamente no tenía redes sociales, apenas se había inventado la web y el correo electrónico. Había software para los servidores de correo y web, y software para leer el correo y para navegar por la web. Tanto estos inventos, como los que vinieron después como blogs, foros, podcasts, etc., eran de todos, no era el invento de alguna empresa concreta, a todos los servidores de correo se podía acceder desde todos lectores de correo, y era lo normal.

Los servidores lógicamente tenían dueños, podías pagar por su uso, podían ser servicios gratuitos, personales, comunitarios, etc. Y el software, los programas que usábamos para conectarnos o el software de los servidores, podía ser libre, gratuito o privativo. Muchos usuarios pagaban por tener un blog o un correo electrónico, unos pocos tenía sus propios servidores, algunos incluso en su casa, y otros muchos usaban servicios gratuitos, pero todo se interconectaba de una manera bella y se podía participar de toda una conversación distribuida donde se interconectaban a personas de todo tipo y donde siempre podías encontrar tu sitio, fueses quien fueses.

Internet no era de nadie, como la red de carreteras mundial o el sistema de correos no es de nadie, y era lo normal.

Pero aparecieron las redes sociales y lo jodieron todo ¿o no?

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