Más allá de poética, la barricada ya no es un espacio de lucha, VOX no es el fascismo de falange, tratar al fascismo de Trump o Bolsonaro como si fuese el fascismo de falange o España 2000 solo va a conseguir tirar piedras contra nuestro propio tejado.
Todos tenemos en la memoria el fascismo de final del siglo XX, los cabezas rapadas, los neonazis, el asesinato de Lucrecia Pérez, etc., pero no es a eso a lo que nos enfrentamos hoy*.
(* Un apunte: el neofascismo de los 90 sigue existiendo y no lo niego, y en los últimos años hemos sufrido algunas agresiones xenófobas y homófobas en nuestra propia ciudad, pero no tiene la capacidad movilizadora de VOX.)
En la manifestación de ayer en Jerez vi dos perfiles, por un lado el perfil de la lucha antifascista y autodefensa de los 90, que vi representado en los «más mayores» de la manifestación (de mi edad pa’rriba), los símbolos de izquieras o anaquistas y la pancarta formaba parte de ese imaginario, ese «fuera fascistasde nuestros barrios» apela a la autodefensa callejera que tuvieron que hacer los jóvenes en los barrios obreros para luchar contras las agresiones fascistas.
Por otro lado había otro perfil mayoritario, de gente más joven, que apelaba a la libertad sexual, a la cultura, con un discurso (o al menos slóganes) menos agresivos, que apelaba más a la lucha por la libertad que a la autodefensa, un perfil más colorido y más expontáneo.
Esa dicotomía en la manifestación existe para mí desde que tengo uso de razón, entre unos movimientos identitarios representados principalmente por partidos y sindicatos y otros movimientos más positivos representados por movimientos sociales, que dio lugar a movimientos como el 15m.
VOX no es España 2000 ni Falange, su éxito electoral precisamente pasa por usar otros métodos distintos, más parecidos a los que han usado Trump o Bolsonaro, incluso todo indica que muy bien asesorados internacionalmente. Miremos a Brasil y Latinoamérica, donde son los movimientos feministas, ecologistas, LGTBI, etc. los que han cogido la batuta de la lucha contra la intelorancia, de lo contrario apelar a la lucha callejera, a contenedores ardiendo, a escaparates de multinacionales rotos, solo va a reforzar el discurso victimista del españolismo más rancio.