Conocía de vista a Sebastián González, como nos conocemos de vista los que siempre vamos a las manifestaciones. Mi primer recuerdo cercano de él fue en la puerta de Hipercor, en la Huelga General de 2002, haciendo una cadena humana, él estaba juntó a mi enlazando su brazo izquierdo con mi brazo derecho, y su brazo derecho enlazado con el compañero que tenía a su derecha, podrían ser las 6 o las 7 de la mañana, nos habían avisado que a los trabajadores de Hipercor les habían «pedido» que se fuesen a currar una hora antes de lo normal, para evitar piquetes.
El Hipercor siempre ha sido un símbolo de las prácticas antisindicales, recuerdo la historia de una amiga mía, hija de un compañero de Sebastián, que salió llorando de una entrevista de trabajo en el Hipercor porque le dijeron que nunca trabajaría en Hipercor siendo hija de un sindicalista. Así eran los 80s, los sindicalistas habían crecido en un mundo, donde hacer huelga te llevaba directamente a la cárcel, aquello que suponía cierto estrés y nerviosismo en mí, me imagino que para él sería una más de tantas.
Frente a nosotros, varios trabajadores y trabajadoras de Hipercor, en esa puerta se fueron acumulando unos 10 o 15 trabajadores, su actitud por supuesto era muy diversa, la mayoría se encontraban ahí forzados y muy incómodos, otros sin embargo tenían asumido el discurso antisindicalista.
Uno de los trabajadores, de los más jóvenes, trató de «asaltar» el cordón humano eligiendo lo que consideró el eslabón más débil, y se dirigió directamente a Sebastián González, quien creo recordar ya por entonces llevaba el bastón.
La decisión que desde un punto de vista bélico, podría ser la más acertada, en la práctica fue la más equivocada, ya que esa acción no contó con la simpatía de sus compañeros, que observaban perplejos como se enfrentaba a un «señor mayor», él creía que estaba ante un escenario bélico, que se trataba de ver quien era más fuerte, y él se convirtió en el débil y avergonzado cuando descubrió que no iba de eso.
Por supuesto que el menos escandalizado por esa acción fue Sebastián, yo por aquel entonces no lo entendía, pero él ya se había enfrentado a situaciones que convertía esta en una anécdota más, que te descubre (en mi caso) o te recuerda (en su caso) como las personas podemos hacer las mejores o peores cosas según nuestras circunstancias.
Mi vivencia política, siempre me llevó por vías muy críticas a las grandes centrales sindicales, por no decir incluso enfrentadas, pero nunca hice un discursos llamando traidores a las personas que vivieron esos duros momentos históricos, y muchos menos culparles de la deriva clientelista.
De hecho durante el 15m, donde muchos desplegaban un discurso que cuestionaba la transición, pasaban a mi parecer demasiado rápido de cuestionar el sistema actual a cuestionar a los que lucharon por traer una democracia formal a España, a estas personas, les debemos, que hayamos podido hacer cosas como el 15m sin acabar todos en la cárcel.
Para mi el 15m lo construimos gracias la libertad que ganamos con la lucha de estas personas, y la crisis del sindicalismo, la ley mordaza o la reforma laboral del PP, la tenemos porque no luchamos lo suficiente, o los suficientes, porque la gente como Sebastián, que por aquel entonces tendría 65 años, estaba ahí, a las 7 de la mañana.
Durante el 15m Sebastián González estuvo también allí, al contrario de algunas personas de su generación, que desconfiaban y no entendían como se generaron aquellas movilizaciones sin una organización fuerte y bien estructurada detrás. Él me mostró su apoyo a lo que hacíamos, y allí estaba, en la plaza, se le notaba feliz observando todo lo que se generaba, en su inmensa sabiduría, desde la humildad, siempre acompañado de su gente, Sebastián, siempre estaba donde había que estar.
Yo, gracias a no tener hijos, no caigo en ese pecado de querer que nuestra descendencia sea una extensión de nuestra vida, así que uno simplemente piensa en que quedará de lo que dejamos en este mundo. Lo que hacemos cada día, lo que decimos, o incluso lo que no hacemos o no decimos, incide en este mundo y lo transforma, todos al final somos eternos porque nacemos en un mundo creado por nuestros antepasados, y todas nuestras acciones, e inacciones, dejan una huella en este mundo, lo transforma, y se lo entrega a nuevas generaciones. Por eso, somo eternos.
A mi me gustaría, que cuando deje este mundo, de las semillas que he ido dejando día a día en este mundo, florezcan una milésima parte, de lo que las semillas que Sebastián González ha ido dejando durante todos sus años de vida.
DEP Sebastián González
Gracias por este testimonio. Yo soy hijo de S
Sebastián y me llena de alegria y orgullo leer este texto. Conparto cada una de las palabras que le has dedicado. Espero, algún día expresarte en persona lo que este testimonio significa para mí.
Gracias de nuevo.
Un abrazo.
Tano.