El ciclo de movilización de mayo del 2011 (15m) se enfrentó comunicativamente contra el discurso de mayorías que el bipartidismo y los medios de comunicación mantenían, provocando un choque cultural con nuevos métodos y con las nuevas generaciones, consiguiendo marcar la agenda política.
Con la crisis que estaba sufriendo el bipartidismo parecía inevitable que o bien sectores cercanos al 15m dieran el salto a la construcción de candidaturas y nuevos tipos de organizaciones políticas o si no que alguna organización política nueva o existente fuese capaz de rentabilizar en votos estos cambios socio-políticos.
La principal diferencia entre el 15m y Podemos es que ambos apuestan por dos estrategias totalmente diferentes, que podemos nombrar como estrategia de ciclo largo o estrategia de ciclo corto. La estrategia de ciclo largo entiende el 15m como indicador de un cambio generacional y de una crisis profunda del sistema representativo, mientra que la estrategia basada en el ciclo corto entiende el 15m como un acontecimiento casi aleatorio, como un Mayo del 68, como una oportunidad que si no se aprovecha no volveremos a tener, esa idea es la que inspira la creación de Podemos.
La aparición de Podemos fue una invitación al movimiento 15m para trasladar a las instituciones las reivindicaciones sociales y democráticas, se pidió a la gente que montara círculos, en los inicios el discurso de Podemos estuvo pegado a los movimientos sociales, hasta la mal llamada asamblea ciudadana, celebrada en Vistalegre en Octubre de 2014.
Pablo Iglesias dejó entonces de ser una herramienta al servicio de un movimiento para convertirse en un actor político dentro de Podemos, presentando un modelo de organización vertical, el activo de su figura pública ya no era una herramienta de todos sino que estaba vinculada a una estrategia concreta. Esta estrategia significó la creación de una estructura de partido, una apuesta por el ciclo corto, por órganos del partido homogéneos y no plurales (equipos), sin herramientas garantistas, con métodos de elección abiertos pero que no garantiza la pluralidad en los órganos, además de herramientas de participación que solo se convocan cuando lo decide quien ya tiene el poder en la organización, por lo que no sirven de contrapeso.
Esta apuesta se justificó argumentando que estábamos en un ciclo corto, por un asalto al poder, se pidió la unidad en torno a una cúpula única como opción única para ganar las elecciones de 2015, y se moderó el discurso en nombre de la eficacia y el pragmatismo, no es de extrañar que una vez que esta estrategia se demuestra fallida se produzcan crisis internas.
Lo cierto es que el perfil de los cargos en Podemos están copados (sobre
todo cuanto más arriba del organigrama subas) por un perfil más
cercano a la tradición de partidos de izquierda clásica, dotándose de personas con cierto recorrido en Izquierda Unida y Izquierda Anticapitalista, mientras que los perfiles más asociados a los movimientos sociales y al 15m están relegados a «la base», esto se refleja directamente en el modelo organizativo y en la metodología de trabajo.
Es inevitable que se produzcan conflictos dentro de cualquier organización, pero en función del modelo organizativo y de la metodología usada estos conflictos provocarán resultados son muy diferentes.
Esta crisis en Podemos se está gestionando al estilo de los partidos políticos, las personas que participan en Podemos no conocen realmente lo que ocurre y por lo tanto mucho menos pueden participar de las decisiones en estos momentos, pero lo que si sabemos es que los conflictos no están entre ciclo largo/corto, no está entre cierre/apertura, no está entre homogeneidad/pluralidad, todos los actores de este conflicto comparten la misma apuesta por un Podemos cerrado y mucho más parecido a un partido político que a un movimiento social, comparten un juego de estrategia de alianzas, dimisiones y ceses.
Realmente me importa poco si el conflicto es por una guerra de poder, si es por discrepancias sobre a «donde moverse en el tablero» (¿hacia Ciudadanos? ¿hacia la izquierda? ¿hacia el PSOE? ¿hacia la calle?), me interesa como de repartido está el poder en Podemos.
Lo único que parece cierto y vemos desde hace ya muchos meses es el distanciamiento entre Errejón y Pablo Iglesias y el acercamiento de Pablo a Izquierda Anticapitalista (Urbán, Teresa, etc.). Lo que menos me gusta de este movimiento es que quienes en Vistalegre asumieron el rol de sector crítico a través de demandas de unas estructuras más democráticas han terminado reproduciendo muchas de las dinámicas de la política clásica, y no parecen que apuesten por la transparencia y una solución de los conflictos abierta y entre todos.
Podemos necesita evaluar como fallida su hipótesis de que una cúpula homogénea provoca mejores resultados electorales que una organización flexible, con espacios de decisión más líquidos, con órganos plurales y abiertos. Sin duda principalmente es eso lo que diferencia a las candidaturas de confluencia de Podemos.
Podemos necesita avanzar aun más en las innovaciones organizativas, pioneras en política, que ha puesto en marcha, no es el objetivo de este post profundizar sobre que cambios son necesarios, pero se podría empezar por aplicar a la gestión política la misma transparencia que han mostrado en la gestión económica, mejorar el sistema de primarias creando órganos que representen la pluralidad de la base de Podemos, que no es igual de homogénea que las organizaciones (y las sociedades) de siglos pasados.
Pero tampoco la simple apertura sin proyecto, sin la participación activa de las fuerzas vivas del territorio, es garantía de éxito, habrá que evaluar porqué movimientos sociales pre-15m y 15m no han participado con el protagonismo e implicación que era necesario en Podemos, y no se puede decir que todo sea culpa de Podemos, igual que los movimientos sociales no «vieron» el 15m, 15m y movimientos sociales no «vieron» el ciclo institucional, tal vez porque construimos movimientos todavía demasiado autoidentitarios donde terminamos convirtiendo a los movimientos/organizaciones en objetivos en sí mismos, acomodándonos en espacios de confort, mientras la sociedad no para de cambiar.