Cada día, cuando entraba a su casa, se encendía la televisión, la casa inteligente había aprendido de esa rutina, sabía que cada vez que Jorge venía de trabajar se ponía a ver la televisión.
El sistema informático funcionó igual que siempre, el ordenador inteligente de la casa había encendiendo las luces del pasillo hasta la sala de televisión, lo más cómodo fue seguir el camino marcado por un ordenador que había aprendido de sus propias costumbres, sin pensarlo se dirigió a ver la televisión.
No era un día normal, había programación especial en todas las cadenas, no había ningún programa de deporte ni ninguno de los que Jorge solía ver, así que el ordenador tuvo excepcionalmente que preguntarle a Jorge que programa quería ver. El ordenador mostró en los monitores las distintas opciones que consideraba más adecuadas para Jorge, un piloto luminoso indicaba que el sistema de televisión inteligente no era capaz de conocer cual era la mejor opción para Jorge.
Pero Jorge no sabía que quería ver, ni siquiera sabía porque estaba sentado delante de la televisión.