Congreso anual

Todos distintos y todos iguales, negros y blancos, inmigrantes y autóctonos, mujeres y hombres, la selección había sido hecho para representar a todes. Se repartieron el tema entre los simbólicos y los materiales, consideraron simbólico el feminismo, el cambio climático y el modelo de estado, y consideraron materiales las pensiones, la sanidad y la educación.

Y uno a uno, una a una, fueron pasando por el atril cada uno de los seleccionados por la Secretaría de Organización y Dinamización Democrática, y todos dijeron lo mismo, sobre distintas cosas, de distinta manera. Todos recibieron una cantidad de aplausos proporcional a su popularidad, fueron felicitados por amigos y extraños y volvieron a sus despachos a leer y escribir emails sobre como los poderosos abusan de los más débiles, y como iban a terminar con eso. Se reunieron con todes, con algunos se hiceron fotos expontáneas y sonrientes, y con otros se hiceron fotos serias y protocolarias.

Durante un año, hicieron lo que quisieron, en las manifestaciones en las que les dejaron, estuvieron en primera fila, en las televisiones le hicieron entrevistas y les invitaron a participar en debates y tertulias, acudieron a inaguraciones, conmemoraciones y desayunos organizados por los mismos poderosos contra los que luchan, e incluso alguno osó acudir sin corbata, y lo llamaron guerra cultural.

Y así pasó hasta una año, ese año que pasa entre congreso y congreso, y de nuevo, todes, mujeres y hombres, invitados, cargos electos y nombramientos a dedo, famosos y desconocidos, volvían a celebrar el mismo congreso, un congreso más importante que el del año anterior, como todos los congresos, con inesperadas sorpresas, como todos los congresos, con distintos temas, en un lugar distinto, con un nombre distinto, con los mismos objetivos y los mismos resultados.

Dibujo «EL MITIN ELECTORAL» de gotasdehumor.blogspot.com